sábado, 29 de octubre de 2011

La doctrina de choque: el capítulo no escrito sobre Libia


Uruknet...29/10/2011

Poco antes de suicidarse en 1961, el escritor estadounidense Ernest Hemingway escribió sobre su terapia de electroshock: “Y bien, ¿qué sentido tiene que destruyan mi mente y borren mi memoria, que es mi patrimonio, y quedarme fuera de juego? Ha sido una remedio brillante pero hemos perdido al paciente”.

Estas líneas las citaba Naomi Klein en The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism [La doctrina del shock: el auge del desastroso capitalismo]. El libro de Klein fue una importante contribución para nuestra comprensión de cómo los países occidentales, encabezados por Estados Unidos, facilitaron o se aprovecharon de importantes desastres para conseguir dominar países vulnerables y políticamente desarticulados en todo el mundo. En el capítulo titulado “Borrar Iraq: en busca de un ‘modelo’ para Oriente Próximo”, Klein describe el intento de destruir y luego resucitar al país para que encajara el molde diseñado por quienes administraron su caída. Concluía la Parte 6 con la siguiente afirmación: “Así que al final, la guerra en Iraq creó un modelo económico... se trata del modelo de privatización de la guerra y la reconstrucción —un modelo que rápidamente estuvo listo para su exportación”.

Estados Unidos había comenzado su guerra contra Iraq en 2003 con la campaña de bombardeos “Conmoción y pavor”. El objetivo era desubicar no sólo a Sadam Husein sino a la sociedad iraquí en su conjunto. Se daba por hecho que frente a tal capacidad de poder de fuego ningún grupo iraquí se atrevería a desafiar a sus nuevos gobernantes. Todos sabemos ahora lo equivocados que estaban. El hecho de que los terapeutas del shock se encuentren negociando en la actualidad los términos de su retirada no hace sino confirmar que la doctrina del shock fracasará en el futuro. En lugar de “curar al paciente” —como si eso hubiera sido alguna vez su verdadera intención— resplandece en una serie de crisis que se extienden más allá de los límites de la operación.

Sin embargo, de alguna manera, el “modelo” iraquí aún está siendo exportado, y la víctima actual de esta triste saga es Libia.

Lo que comenzó en Libia como una protesta pacífica el 15 de febrero pronto derivó en una guerra civil entre partes beligerantes que se posicionaban cada una como las verdaderas salvadoras del pueblo libio. Un Consejo Nacional de Transición (CNT), en su mayor parte integrado por desertores del régimen de Gadafi, decía representar a todos los libios. Por supuesto que no poseía tal mandato excepto por la rápida validación que les confirió la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Quizá el ejército libio confiaba en que su superior capacidad de fuego y las conexiones de Mu’amar al-Gadafi con los miembros de la OTAN que apoyaban al CNT garantizarían un resultado de la batalla a su favor.

Pero la OTAN hizo un cálculo diferente. En primer lugar, la llamada primavera árabe ha cambiado el estable paradigma de Oriente Próximo y Norte de África, donde los principales cambios geopolíticos están determinados con frecuencia por factores externos. Ello brinda a Estados Unidos y a sus aliados margen para iniciar políticas en lugar de responder a las crisis. En segundo lugar, según ha explicado Klein, las crisis pueden convertirse rápidamente en oportunidades para intervenciones “humanitarias” que permiten a las potencias occidentales crear escenarios de post-crisis convenientes a sus intereses. En Iraq, tras la guerra de 1991, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia declararon zonas de exclusión aérea sobre el norte y el sur del país. Se basaban en una interpretación discutible de la resolución 668 de Naciones Unidas. Los parámetros de la misión de las zonas de exclusión aérea finalmente se extendieron hasta significar la guerra abierta en 2003. Asimismpo, el argumento en que reposó dicha intervención se modificó también adecuadamente.

En Libia el escenario fue similar pero el tiempo era esencial. Los países de la OTAN (al borde de la bancarrota) que habían iniciado la guerra contra un ex aliado entendieron que no estaría en el ánimo de sus opiniones públicas apoyar una intervención militar costosa y prolongada. Por lo tanto, a diferencia de Iraq, a la OTAN le llevó cuestión de días interpretar la resolución 1973 del Consejo de Seguridad —que autorizaba “todas las medidas necesarias” para proteger a los civiles— en el sentido de un cambio de régimen en Libia.

Desde el punto de vista de la OTAN, las operaciones abiertas y encubiertas producirían resultados más rápidos y más satisfactorios en Libia que años de sanciones, ataques aéreos, debates sobre las resoluciones de Naciones Unidas y, finalmente, una invasión a gran escala. El comportamiento de la OTAN en Libia pareció estar controlado por un mayor sentido de urgencia que en el caso de Iraq. Y aún así, existen evidentes puntos en común. Libia fue Iraq, repetidamente conmovida y despavorida; Sirte fue Faluya, y Sadam colgado de una soga fue un Gadafi ensangrentado y moribundo en la parte trasera de un camión.

En su visita a la “tierra libre de Libia” el 18 de octubre, la secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton esperaba que Gadafi fuera pronto capturado o muerto. La expectación fue reiterada por los responsables británicos y franceses, todos aparentemente deseosos de pasar de una época de dictadura a una de democracia. Pero el caos de seguridad que ya ha enraizado en Trípoli parece el destino más probable que espera a la “nueva Libia”. El líder provisional libio ha planteado la opción de incorporar combatientes libios al ejército o contratistas de seguridad privada. En cuanto a la reconstrucción, aquí también se seguirá el ejemplo de Iraq. Se encargará la misión a los miembros de la OTAN que han hecho méritos en la “liberación” libia.

Senadores estadounidense de la derecha, incluido John McCain, escribieron sobre Libia en The Wall Street Journal lo siguiente:

    Lo que queda es una oportunidad enorme para que Estados Unidos construya una asociación con un gobierno libio democrático y pro-estadounidense que contribuya a expandir la seguridad, la prosperidad y la libertad a través de una región clave en un momento de cambio revolucionario.

Los terapeutas del shock siguen aplicando su horrible tratamiento a otra víctima. El futuro de Libia es ahora tan incierto como el de Iraq. Y aún así, como en Iraq, ello no significa que el tratamiento vaya a tener éxito. Como escribiera Ernest Hemingway una vez: “Un hombre puede ser destruido pero no derrotado”.

Traducción para Rebelión de Loles Oliván

Fuente: http://www.uruknet.info/?p=m82582&hd=&size=1&l=e

viernes, 28 de octubre de 2011

El asesinato de Gadafi y los crímenes de guerra de las potencias occidentales


Pravda...28/10/2011

La jubilosa reacción de las potencias occidentales y los enemigos de Muammar Gadafi ante su atroz asesinato el pasado 20 de octubre de 2011 plantea algunas preguntas graves sobre los crímenes de guerra cometidos por los combatientes del Consejo Nacional de la Transición (CNT) respaldado por Occidente y las tropas de la OTAN.

Aquí se han producido dos violaciones graves de la legislación internacional, a saber: 1) la de la Tercera Convención de Ginebra de 1929 y 2) la de la Resolución 1973 de 2011 del Consejo de Seguridad de la ONU. Expondré en primer lugar la relativa a la Convención de Ginebra y, a continuación, la de la resolución de la ONU.

1) La primera violación de la legislación internacional afecta a la Tercera Convención de Ginebra de 1929, que otorga a los prisioneros de guerra derechos como el de recibir protección. El Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, dijo acertadamente el 21 de octubre de 2011 que «en cumplimiento de la legislación internacional, en el momento en que un miembro de un bando de un conflicto armado es apresado, se le deben aplicar medidas especiales, incluida la ayuda, así como impedir que se le mate».

Pero este derecho no se respetó cuando Gadafi fue capturado vivo (como prisionero de guerra) y, a continuación, fue agredido verbal y físicamente de manera reiterada antes de que lo mataran de un tiro poco después. Como «atestigua la granulosa grabación de un teléfono móvil que se ha visto en el mundo entero del antiguo dirigente, ensangrentado y aturdido, arrastrado por los combatientes del CNT» de forma horripilante, «en un video se puede escuchar a Gadafi decir en varias ocasiones “Dios prohíbe esto”, mientras le llueven en la cabeza manotazos de la multitud [de combatientes del CNT]», según informaba Rania El Gamal para Reuters el 23 de octubre.

Luego lo ejecutó un joven guerrillero del CNT llamado Sanad al-Sadek al-Ureibi, que afirmaba haber disparado a Gadafi después de apresarlo porque no quería que viviera; y otros combatientes celebraban a su lado la ejecución sumarísima. Peor aún, su cuerpo fue exhibido públicamente en un frigorífico industrial de un centro comercial para proseguir con las celebraciones.

Este acto de los combatientes del CNT respaldados por Occidente no solo es criminal, sino también bárbaro. Los enemigos de Gadafi pueden argumentar que se merece ese destino, pero dos actos equivocados no arrojan uno bueno (que es una célebre falacia), y la respuesta a la criminalidad no es más criminalidad. Esta violación flagrante de la Convención de Ginebra llevó entonces a Christof Heyns, el Relator Especial de la ONU para ejecuciones extrajudiciales, a denunciar el 21 de octubre que «la forma en que se ha matado al dirigente libio depuesto podría constituir un crimen de guerra», según un reportaje del canal de televisión Rusia Today (RT) del 22 de octubre.

En este sentido, la cuestión de a quién se debe hacer responsable de semejante acto criminal pasa a ser un asunto técnico. Hay, al menos, cinco posibilidades: a) a los individuos que lo agredieron físicamente y/o apretaron el gatillo, como Sanad al-Sadek al-Ureibi y otros pendientes de identificar, b) a la unidad concreta de combatientes del CNT que participó en la captura de Gadafi y su grupo, c) a la dirección del CNT, d) a las tropas de la OTAN por su participación (o complicidad) en el ataque que culminó con la captura (y el posterior asesinato) o, e) a determinados dirigentes de potencias occidentales que han prestado apoyo incondicional al CNT desde el comienzo para fomentar la violencia contra el régimen.

No es raro que, al principio, el CNT intentara encubrir el asesinato inventando historias y culpando a otros. Mahmoud Jibril, por ejemplo, líder del CNT, trató en primer lugar de defender al CNT haciendo una dudosa declaración pública para promover la idea de que Gadafi murió en un tiroteo y fue disparado por uno de sus fieles. Pero esta maniobra de encubrimiento fue puesta en duda posteriormente, incluso por un miembro relevante del CNT, Waheed Burshan, quien el 22 de octubre dijo: «Descubrimos que estaba vivo y, luego, estaba muerto. Hasta donde podemos asegurarlo, no hubo combate» (tiroteo).

Hasta «Jeremy Corbyn, parlamentario británico, dijo que, como Gadafi había sido capturado vivo, debería haber sido tratado como un prisionero de guerra, interrogado y juzgado», pero «parece que había ciertos rasgos de desorden multitudinario en ese momento y, en realidad, lo mataron en la parte trasera de la camioneta», según informaba RT el 20 de octubre.

De manera que ahora, tanto «la Oficina de Derechos Humanos de la ONU y Amnistía Internacional reclaman una investigación sobre la muerte de Gadafi porque preocupa que pueda haber sido un asesinato ilegal de un prisionero», tal como refería RT el 22 de octubre. Rupert Colville, portavoz de derechos humanos de la ONU, declaró incluso el 20 de octubre que le parecía muy inquietante «ver a alguien que ha sido capturado vivo y, luego, ver a la misma persona muerta [...] Las ejecuciones sumarísimas son estrictamente ilegales en toda circunstancia. Cosa distinta es si alguien muere en combate [...] Pero si sucede otra cosa, si alguien es capturado y, luego, se le mata deliberadamente, entonces es un asunto muy grave», según informaba Stephanie Nebehay para Reuters el 21 de octubre.

Por desgracia, dado el predominio occidental en los organismos legales internacionales, toda persecución de crímenes de guerra cometidos por tropas occidentales y sus aliados es muy improbable, pues «Benjamin Barber, analista de un grupo de reflexión estadounidenses, no espera que se haga responsable a nadie de la muerte del coronel», según informaba RT el 22 de octubre.

Según informaba Rania el Gamal para Reuters el 23 de octubre, ahora que Gadafi está muerto, lo más trágico es que este horripilante asesinato «sembrará dudas sobre las promesas de los nuevos gobernantes de Libia de que respetarán los derechos humanos e impedirán las represalias. También abochornará a los gobiernos occidentales que ofrecieron respaldo entusiasta al CNT».

Hasta Jeremy Corbyn, parlamentario británico, advertía sensatamente que «esto sí que plantea algunos signos de interrogación sobre el mando y la disciplina de las tropas del CNT y sobre cómo va a ser Libia, no simplemente mañana, sino el mes próximo, el año próximo o los diez próximos años».

Además, según decía Shirin Sagedhi en un reportaje de RT del 22 de octubre, «el espantoso asesinato público de Gadafi fue insultante para el pueblo de Libia y de la región, así como “la mera idea de que fuerzas democráticas sean capaces de matar a alguien tan brutalmente”».

(2) Y la segunda violación de la legislación internacional afecta a la Resolución 1973 de 2011 del Consejo de Seguridad de la ONU, que establece una zona de «exclusión aérea» en Libia pero no autoriza a las tropas de la OTAN a realizar ataques contra ningún grupo que no estuviera agrediendo a nadie, sino que se limitara a huir para no ser atacado. De hecho, fue un avión francés el que «disparó al convoy de Gadafi» cuando trataba de huir del feroz ataque de los combatientes del CNT, como confirmó el jefe de la defensa francesa e informó RT el 20 de octubre.

En este caso concreto, Gadafi y los pocos guardaespaldas que lo acompañaban estaban siendo atacados por los combatientes del CNT cuando huían de Sirte en un convoy, pero la OTAN ayudó a los combatientes del CNT y realizó un ataque aéreo (desde un avión francés) contra el convoy de Gadafi (que desembocó en la captura de Gadafi).

Pero esto supone una violación de la legislación internacional en lo relativo a la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad, puesto que, como señalo juiciosamente el viernes Sergei Lavrov, Ministro de Asuntos Exteriores ruso, «el ataque contra el convoy de Gadafi contradecía abiertamente la misión acordada de garantizar una zona de exclusión aérea» porque «en este caso concreto no se puede hablar de la protección de la vida de civiles, ya fuera porque el convoy no atacaba a nadie», sino que trataba de huir del encarnizado ataque de los combatientes del CNT, o porque no había antes en las inmediaciones ningún civil al que (como excusa) proteger.

Dmitry Rogozin, enviado de la OTAN a Rusia, acusó por tanto a la OTAN de estar «directamente implicada en la operación para matar al antiguo dirigente libio», ya que «en apariencia había órdenes que guiaban a los militares destinados en Libia y les indicaban que se aseguraran de la eliminar físicamente a Gadafi», según informaba RT el 21 de octubre.

En lugar de mostrar respeto hacia la legislación internacional, las potencias occidentales reaccionaron con alegría ante el asesinato, tal como se ve en la euforia de la Secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton quien, «al enterrarse de la muerte de Muammar Gadafi a través de un mensaje SMS» durante una entrevista «grabada por CBS NEWS», exclamó «¡Guau!» y añadió con alegría: «¡Llegamos, vimos y murió!», según informó Pravda el 21 de octubre. Y su jefe, el presidente Obama, anunció con aire triunfante que «sin poner un solo soldado estadounidense sobre el terreno, hemos conseguido nuestros objetivos», librarnos de Gadafi e instaurar un nuevo régimen.

En respuesta a esta alegría occidental por el asesinato, Rogozin señaló, por tanto, que «el júbilo occidental por la muerte del ex dirigente libio Muammar Gadafi podría tener fundamentos sádicos», a lo que añadió: «Los rostros de los dirigentes de las “democracias mundiales” aparecen muy felices, como si recordaran cuando ahorcaban a gatos callejeros en los sótanos durante su infancia», informaba RT el 21 de octubre.

De este modo, los medios de comunicación dominantes occidentales no perdían tiempo en dedicarse a ensartar el asesinato en una historia que vilipendiara a Gadafi y su legado histórico, pero no contaban al resto del mundo la complicidad occidental con la que lo apoyaron en todos estos años de gobierno dictatorial.

Hace tan solo unos años, por ejemplo, «el ex primer ministro británico Tony Blair no tenía reparos en hacer negocios con Gadafi, y el primer ministro italiano Silvio Berlusconi le brindó una calurosa acogida en una cumbre de Naciones Unidas celebrada en Roma», según informaba RT el 21 de octubre.

En el caso de Estados Unidos, es digno de mención el reflexivo comentario realizado por Matthew Rothschild el 21 de octubre: «La hipocresía de la posición estadounidense difícilmente podría ser mayor. En el año 2003, el gobierno de Bush rehabilitó a Gadafi, que se convirtió en aliado de Estados Unidos en la “guerra contra el terror”. En realidad, la CIA utilizó los servicios de inteligencia de Gadafi para torturar a detenidos que Estados Unidos envió a Libia. La CIA “entregó” a ocho o nueve detenidos a los servicios de inteligencia de Gadafi, a quienes facilitó unas preguntas que los torturadores debían formular, según Human Rights Watch, en una entrevista con Democracy Now. La CIA pudo incluso haber tenido presentes algunos agentes durante parte del interrogatorio. En el año 2008, Condoleezza Rice visitó a Gadafi en Libia. El año siguiente, Obama estrechó su mano y John McCain le ofreció armas. Cuando a Washington le convenía apoyar a Gadafi, lo hacía. Cuando le convenía atacarlo, lo hacía. Pero el gobierno de Obama no atacó Bahrein cuando doblegó a la gente que luchaba por la democracia contra ese reino. No, Washington ni siquiera permitió que Arabia Saudí, otro reino, invadiera Bahrein para ayudar a sofocar el levantamiento no violento».

Muchos de quienes desconocen la historia de la Libia moderna no están al tanto de las aportaciones históricas de Muammar Gadafi a su pueblo y a la región, aun cuando tenga su propia relación de fracasos. Pensemos, por ejemplo, en la siguientes cinco aportaciones relevantes de Gadafi a su país y a la región:

      a) Imaginó los «Estados Unidos de África», con lo que contribuyó a la creación de la Unión Africana. De hecho, «la Unión Africana es esencialmente una creación de Muammar Gadafi, que la entendió como un navío para una África más fuerte», según informaba RT el 20 de octubre.

      b) Consiguió mantener unida a Libia, que, según Shirin Sagedhi, antes estaba fragmentada en diferentes «tribus y etnias».

      c) Transformó Libia para que tuviera «uno de los PIB per cápita más altos de África y [...] para que ofreciera una amplia cobertura de protección social, sobre todo en lo relativo a vivienda y educación», hasta extremos con los que muchos países sub-saharianos solo podrían soñar, según el artículo de la Wikipedia sobre Libia.

      d) Consiguió evitar verse dominado por la Unión Soviética y por Estados Unidos durante la Guerra Fría interponiendo magistralmente a la Unión Soviética frente a Estados Unidos sin llegar a ser títere de aquella. Tras la desintegración de la Unión Soviética al término de la Guerra Fría, siguió luchando contra la dominación occidental en la región y, por tanto, desarrolló resentimientos hacia las potencias occidentales.

      e) Derrocó el Reino de Libia con un golpe militar incruento contra el rey Idris en 1969, con lo que introdujo a Libia en la modernidad (sacándola de una monarquía feudal).

Todos estos logros no son ninguna proeza menor para un gobernante de un país pequeño que solo cuenta con unos pocos millones de habitantes y ha permitido gobernar a Gadafi durante 42 años.

Esto no quiere decir que Gadafi no tuviera defectos. Sin duda, hay buenos ejemplos que se deben tener en cuenta, como su vanidad personal, los abusos de poder, su crueldad y demás. Pero, ¿quién no tiene defectos tratándose de un hombre con su posición histórica en la época moderna?

Pero todos estos logros se han olvidado ahora, cuando Occidente ha terminado de utilizarle y los medios de comunicación dominantes occidentales tejen su legado histórico en consonancia con la retórica dominante de las potencias occidentales en los medios de comunicación mundial.

Sin embargo, la historia tiene la última palabra: pese a todos sus defectos personales, Muammar Gadafi, en última instancia, es un personaje de la historia moderna de África y, en lo que le afecta, de Oriente Próximo. Y los crímenes de guerra cometidos por las potencias occidentales y sus aliados contribuyen a perpetuar el círculo vicioso de violencia y sufrimiento en el mundo.

Peter Baofu es doctor en ciencias políticas por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y autor de varios libros, entre los que se encuentran Beyond Capitalism to Post-Capitalism: Conceiving a Better Model of Wealth Acquisition to Supersede Capitalism, Beyond Democracy to Post-democracy: Conceiving a Better Model of Governance to Supercede Democracy, The Future of Human Civilization y The Future of Post-Human Consciousness.

Traducido para Rebelión por Ricardo García Pérez

jueves, 27 de octubre de 2011

Estados Unidos cae en la depravación


Global Research...27/10/2011


La ética protestante, definió una vez el carácter americano. Sociólogos la proclamaron como responsable del éxito del capitalismo en el norte de Europa y América, pero la ética protestante y el capitalismo son incompatibles, y el capitalismo en última instancia, causó la el abandono de la ética protestante.

Hay un nuevo espíritu que la élite gobernante malentiende. El espíritu de la "gran oportunidad", el "gran premio", la "próxima gran idea." El antiguo camino lento y pausado hacia el éxito es ahora anatema. Junto con la próxima gran idea comercial viene un nuevo modelo del sueño americano. Todo lo que importa es el dinero. Teniendo en cuenta esa actitud, algunos en Estados Unidos expresan preocupación moral. La riqueza se ha vuelto la propia recompensa, que vale más aún que nuestra propia destrucción. Y si no ha aún sucedido, sucederá seguramente pronto.

Sospecho que la mayoría de la gente le gusta creer que las sociedades, no importa cuan bajos sus orígenes, se mejoran con el tiempo. Lamentablemente la historia desmiente esta idea, hay a menudo sociedades que empeoran con el tiempo. Los Estados Unidos de América no son una excepción. Su origen no fue muy benigno y ahora desciende a una región de depravación rara vez igualada, aún por las peores naciones de la historia.

A pesar de que es imposible encontrar números sólidos para probar que la moral en los Estados Unidos ha disminuido, la evidencia anecdótica está en todas partes a la vista. Casi todo el mundo puede citar situaciones en las que se sacrificó el bienestar de la gente para beneficiar instituciones públicas o privadas, pero parece imposible citar un solo ejemplo de una institución pública o privada, sacrificada por el bien de la gente. Si la moralidad tiene que ver con el trato entre las personas, es legítimo preguntarse si la moral juega un papel en lo que sucede en Estados Unidos? La respuesta parece ser: "En ninguna parte!" Que ha sucedido en los Estados Unidos para explicar la actual epidemia de acusaciones sobre que la moral en los Estados Unidos se ha derrumbado? Bueno, la cultura ha cambiado drásticamente en el último medio siglo, eso es lo que pasa.

Érase una vez en América, una definición del carácter norteamericano en términos de lo que se llamó la ética protestante. El sociólogo Max Weber, atribuyó a esa el éxito del capitalismo. Por desgracia Max se equivocó, totalmente. El capitalismo y la ética protestante son incompatibles entre sí. Ninguno puede ser responsable del otro.

La ética protestante (o puritana) se basa en la idea de que el trabajo duro yla frugalidad son dos importantes consecuencias de ser de los elegidos de la cristiandad. Si una persona es muy trabajador y frugal, ella/ él se le considera como uno de los elegidos. Esos atributos benéficos, se creía, hicieron a los norteamericanos un pueblo más industrioso que los de otros lugares (los protestantes de Europa del Norte se consideraron en un cercano segundo lugar, mientras que los pueblos católicos del sur de Europa se les vio como negligentes.) Algunos afirman que ahora estamos siendo testigos de la decadencia y caída de la ética protestante en las sociedades occidentales. Como la ética protestante tiene una raíz religiosa, esa caída se atribuye a un aumento de la laicidad. Pero el argumento tiene más peso en Europa que en Estados Unidos, donde el fundamentalismo protestante aún tiene un gran número de seguidores. Así que debe haber alguna otra explicación para el descenso. Sin embargo, la creciente secularización hace afirmar que el laicismo destruye los valores religiosos, junto con los valores morales que enseña la religión. Hay otra explicación.

En la América colonial del siglo 17, la economía era agraria. El trabajo duro y la frugalidad se ajustaban perfectamente a ese tipo de economía. Pero los Estados Unidos ya no son agrarios. La economía estadounidense de hoy se define como capitalismo industrial. Las economías agrarias rara vez producen más de lo que puede consumir, pero las economías industriales lo hacen todos los días. Así que para mantener un funcionamiento una economía industrial, el consumo no sólo debe ser continuo, sino que debe aumentar continuamente.

Dudo que haya un lector que no haya escuchado que el 70% del resultado económico de los Estados Unidos proviene del consumo. Pero el 70% de uno es 0,7, de dos, 1.4, de tres, 2.1, etc. Asi que cuando la economía crece a partir de una unidad de PIB hasta dos unidades, el consumo debe crecer de 0,7 unidades a 1,4 unidades. Sin embargo, un continuo incremento del consumo no es compatible con la frugalidad. Una economía industrial exige que la gente gaste, gaste y gaste y gaste, mientras que la frugalidad requiere que la gente a ahorre y ahorre. La economía estadounidense destruyó la ética protestante y la referencia religiosa en que fue fundada. El consumo conspicuo sustituye el trabajo duro y al ahorro.

En su Riqueza de las Naciones, Adam Smith afirmó que el capitalismo beneficia a todo el mundo, mientras la gente actúa en el propio interés. Ahora se nos viene a decir que “Mas ahorro y menos deudas puede sonar como un buen plan para salir de la recesión. Pero que si todos hacemos eso, sólo se empeoramos las cosas … que la economía necesita que los consumidores gasten liberalmente”. La gran recesión le ha girado a Adam Smith sobre su cabeza, pero ningún economista lo quiere admitir. Un ambiente en que todo el mundo quiere ahorrar, no puede ser propicio para el crecimiento. La producción necesita vender y para eso se necesitan clientes."

El ahorro es (presumiblemente) bueno para las personas, pero es malo para una economía que requiere un continuo crecimiento del gasto. Si un economista me hubiese dicho eso en mi cara, yo le habría dicho que eso dice claramente que hay algo fundamentalmente equivocado en la naturaleza de la economía; que eso significa que la economía no existe para satisfacer las necesidades de las personas, sino que existe para satisfacer las necesidades de la economía. Aunque no lo parezca, es un tipo de economía que esclaviza a la gente que supuestamente sirven. En efecto, el capitalismo industrial ha perpetuado la esclavitud; ha re-esclavizado a los que fueron una vez emancipados.

Cuando el consumo reemplazo la parsimonia en la mente de los norteamericanos, el resto de la moral se hundió en la depravación. La necesidad de vender requiere “marketing”, que no es sino la guarida de mentirosos. Después de todo, toda esa actividad se basa en el libro de Edward L. Bernays en 1928, “Propaganda”. La cultura estadounidense se ha visto inundada por un tsunami de mentiras. La comercialización es la actividad predominante de la cultura. No se puede aislar a sí mismo de ella. Es llevada a cabo por todas las empresas, todos los políticos y todos los medios de comunicación. Nadie puede tener seguridad de que que cualquier persona le está diciendo la verdad. Ningún código moral puede sobrevivir en una cultura de la deshonestidad, y ninguno lo ha hecho!

Después de haber subvertido la ética protestante, la economía destruyó cualquier ética que Estados Unidos haya alguna vez promovido. El país se convirtió en una sociedad sin un ethos, una no- sociedad sin algún propósito humano. Los estadounidenses se han convertido en corderos sacrificables en aras de las máquinas. A continuación, hay un nuevo espíritu surgido del caos, que la élite gobernante entiende mal.

Con frecuencia se afirma que Washington ha perdido el contacto con los estadounidenses que gobierna, que ya no entiende a su gente y cómo funciona su cultura común. Washington y la élite de la nación no se da cuenta, pero la cultura norteamericana ya no diferencia lo bueno de lo malo o el trabajo o duro y la frugalidad de la pereza y el despilfarro. Los estadounidenses de hoy buscan la "gran oportunidad", el "premio mayor", la "próxima gran idea." El sueño americano se ha reducido ahora a "pegarla en grande!" El camino lento y pausado hacia el éxito es un anatema. Basta ver [películas como] “American Idol, The X Factor y America’s Got Talent Estados Unidos y mirar las hordas mongólicas que llegan para las audiciones. Estas personas, en su mayor parte, no han trabajado duro para nada. Cuente el número de personas que apuesta a la lotería con regularidad. Tales apuestas no requieren trabajo en absoluto. Toda esta gente quiere hacer es pegarla a lo grande. Y que son nuestros hombres de negocios más exaltados? Los empresarios! Los empresarios son, en su mayor parte, una luz que parpadea una vez, aunque haya notables excepciones. El problema con la iniciativa empresarial, es la alta estima en que se tiene. Sin embargo, el único valor que se le atribuye es la cantidad de dinero que hayan hecho. Rara vez se oye algo sobre la forma nefasta en que lo han hecho. Bill Gates y Mark Zuckerberg, por ejemplo, difícilmente representan gente con un carácter moral puro, pero en una economía sin escrúpulos morales, a nadie le importa, todo lo que cuenta es el dinero que hayan hecho. Teniendo en cuenta esa actitud, ¿por qué alguien en esta sociedad, debería expresar sus preocupaciones morales? Pocos en Estados Unidos lo hacen. Así que, mientras la elite estadounidense todavía habla de la necesidad de producir una fuerza de trabajo adecuada a las necesidades de la industria, la gente no quiere nada de eso.

La élite lamenta a menudo el fracaso del sistema educativo americano y tratan de arreglarlo sin éxito desde hace varias décadas. Pero si piensa que muchos de los empresarios más exitosos abandonaron la universidad, ¿cómo se va a convencer a los jóvenes de que una educación universitaria es un esfuerzo que vale la pena? Como Bill Gates, Steve Jobs, y Mark Zuckerberg han demostrado, aprender a escribir software no requiere un título universitario. Tampoco ganar la lotería o un obtener un lugar en American Idol. Ser escogido por la NFL [Nacional Football Association] puede requerir una temporada en la universidad, pero no requiere un grado. Todo lo que lo empresarial requiere es una nueva idea comercial.

Entretenimiento y deportes, loterías y juegos, productos de consumo que la gente no ha necesitado por millones de años, son ahora la sustancia de la cultura americana. Pero no son sustancia, son la pelusa, no pueden formar la base de una sociedad estable, próspera y humana. Se trata de una cultura regida por sólo un atributo. Riqueza, mal habida o no!

La capacidad humana para el autoengaño no tiene límites. Los americanos se han engañado al creer en la riqueza total, la suma total de la riqueza, en lugar del modo cómo se le distribuye, crea el derecho. No importa cómo se consigue o lo que se hace con ella. La riqueza agregada es su propia recompensa, aún cuando implique la destrucción de nosotros mismos. Algo que si no se ya ha hecho, seguramente, se hará pronto.

La historia describe muchas naciones que se han depravado. Ninguna que se haya reformado a si misma. No se puede contar con que vendrá algún hermoso niño que deshaga la catástrofe del toque de Midas. El dinero, después de todo, no es de las cosas que los seres humanos necesitan para sobrevivir, y si el dinero no se usa para producir y distribuir las cosas que si son necesarias, la supervivencia humana es imposible, no importa cuánta riqueza agregada se acumule.

Traducción del inglés por Umberto Mazzei

John Kozy es profesor jubilado de filosofía y lógica y escribe sobre temas sociales, políticos y económicos. Sirvió en el ejército de EE.UU. durante la Guerra de Corea, pasó 20 años como profesor universitario y otros 20 años trabajando como escritor. Escribió un libro de texto sobre lógica formal, escribe en revistas académicas, algunas revistas comerciales y editorialespara periódicos. Sus artículos en línea se pueden encontrar en http://www.jkozy.com/

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